ENTREGA DE PREMIOS DEL
I CONCURSO DE RELATO CORTO FANTÁSTICO
El pasado miércoles 16 de enero de 2019 se entregaron en la Biblioteca los premios del I Concurso de relato corto fantástico. Los miembros del jurado fueron los profesores del Departamento de Lengua y lo tuvieron bastante difícil por la calidad de los relatos.
Los ganadores fueron: Nerea Noguera de 1º AB no bilingüe ESO para la categoría de 1º y 2º ESO y Alonso Serrano de 4º D ESO para la categoría de 3º, 4º y Bachillerato.
Los relatos ganadores están expuestos en la Biblioteca para que podáis disfrutar de ellos; no obstante, aquí tenéis las fotos de la entrega de premios y los relatos ganadores.
Gracias a todos los que mandasteis relatos y espero que sigáis participando en las actividades que proponemos.
Relato de un superviviente
Hoy es
lunes veinticuatro de noviembre de 2020 y sigo sintiendo el vacío de la
soledad. Llevo dos días sin comer y me corroe un miedo infinito de poder morir
por ingerir cualquier otro alimento que haya podido estar expuesto a aquel
suceso que, desde entonces, no me deja dormir y me sigue atormentando.
Antes
era más sencillo todo, pero, después de lo sucedido el veintidós de noviembre de
ese mismo año, ya no me importa nada mi vida. Podía estar al borde de su fin
que yo iba a seguir durmiendo igual. Total, ¿qué me quedaba por perder? Seguía
pensando que era el único atisbo de vida de este enorme planeta. Sin embargo,
ese mismo día, justo cuando el sol briznaba los primeros rayos de sol, yo, cual
carroñero de los restos de aquel incidente, vislumbré un roedor a pocos metros
de mí y me acerqué a él, ya que era la única y escasa pista que tenía para
comer. Así pues, cogí aquel animal putrefacto y corroído por sus propios
líquidos intestinales, que estaba totalmente fuera de su envoltura, y me lo
llevé a la boca. Tras el primer bocado me quedé mirándolo y pensé: “No sé muy
bien quién de los dos está más putrefacto y corroído en este momento, si tú o
yo”. Mi espeluznante cara podía reflejar la angustia, el sufrimiento y la
desesperación de ver la situación en la que había terminado.
Aquella
era la perfecta imagen de la misma muerte, una auténtica barbarie; pero cuando
fui a darle el segundo bocado, mi rostro se descompuso al escuchar una dulce
voz que me susurró al oído: “Vive”. Fue en ese mismo instante cuando me di
cuenta de que mi insignificante vida tenía cabida en este mundo.
Autor: Alonso Serrano, 4º ESO D
